Gabriela G Camargo
Hablar de educación en
México es difícil por las condiciones políticas, culturales y sociales. Hablar
sobre la educación en el contexto contemporáneo donde se rompen esquemas y
paradigmas, lo es más aún.
Somos testigos
presenciales del surgimiento de una
nueva era: La Era Tecnológica, vivimos y respiramos cada segundo de nuestras
vidas la tecnología, donde expertos
auguraban para el 2013 muchos cambios y sorpresas; hoy , a
inicios del 2018, la realidad está siendo mucho más contundente de lo previsto.
Tenemos cambios constantes y vertiginosos que no alcanzamos a comprender.
Existen diversos
puntos de vista, un crisol de opiniones a favor y en contra de la tecnología que
nos sirve, que nos hace la vida más cómoda y hasta placentera, sin embargo,
esta misma tecnología mal utilizada nos
afecta como individuos y como sociedad.
En cuestión educativa
es imperioso que los profesionales de la
educación valoremos en su justa medida la difícil tarea de transmitir
conocimientos. Nunca antes nos habíamos enfrentado de manera tanto individual
como colectiva a un desafío tan grande
como el de la era tecnológica. Estamos expuestos a toneladas de información
fidedigna pero también a información equivocada, hasta perniciosa. Tenemos una
obligación ética para con nuestra profesión de estar lo mejor preparados para
enfrentar este reto y así, conducir de manera adecuada a los alumnos a adquirir
conocimientos nuevos, esto es “aprender
a aprender”.
Con la llegada del
internet y el acceso a una información
pronta y digitalizada, millones de estudiantes reciben toneladas de ésta, es
por ello, que en la actualidad, la forma
tradicional de transmitir el conocimiento del docente al alumno es sumamente complicada ya que no
hay manera lógica de absorber y comprender toda la información que llega. El aprender a aprender, es un punto clave para
lograr superar este desafío ya que si enseñamos al alumno
a discriminar la información valiosa de la inútil será el gran paso para posteriormente enseñarles a ser
críticos, objetivos, pensantes y cuestionadores.
Están cambiando los
tiempos a pasos gigantescos, la educación ya no puede ser concebida de la misma
forma. Las mentes de los jóvenes alumnos
trabajan con conceptos y lenguaje distintos a los de hace apenas unas décadas.
Las nuevas
tecnologías aplicadas en la educación
pueden ser realmente beneficiosas si los Estados se ocupan de llevar la
tecnología a todas las poblaciones del mundo porque de esa manera la gran
mayoría de las personas tendrían acceso a la educación; una educación a su tiempo, forma y necesidades.
Sin embargo, si la tecnología no le es accesible a todas las personas, lo único
que se logrará es abrir más la brecha entre las clases sociales, esto es, poblaciones mejor preparadas y poblaciones
totalmente excluidas.
En la actualidad, los
países del llamado primer mundo cuentan con los recursos necesarios para
alfabetizar y educar a sus habitantes, sin embargo, países del tercer mundo, en
su mayoría africanos y latinoamericanos; emergentes, como México, Brasil,
Argentina y Chile, aún existen millones
de personas que en esta era de la tecnología no saben leer ni escribir.
Queda
claro que hablando de las nuevas tecnologías aplicadas en la educación, estamos
ubicándonos en un contexto social como base, desde la clase media baja hacia
arriba, ya que, no podemos incluir en este tema a las clases más desprotegidas
del sistema social. Es por demás alarmante y hasta insultante para nosotros
mismos, los profesionales de la educación, como parte fundamental de la
sociedad, tratar de hablar sobre un tema donde no encajan todos los estratos
sociales y por ello, la educación, como
un derecho humano, convierte a la misma
en un objeto por demás clasista.
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